El problema son las barreras, no las personas con discapacidad: Katia D’Artigues

Lun, 24 Jul 2023
Durante una charla en la IBERO, la periodista destacó que se requieren ajustes razonables dependiendo de cada situación para garantizar el acceso a los derechos de estas personas
Según el censo 2022 del INEGI, en México hay 20 millones 838 mil 108 personas que viven con alguna discapacidad o limitación; pero no solamente se ven afectadas ellas sino también sus familias
  • La periodista Katia D’Artigues señaló que actualmente la sociedad trabaja por construir un modelo de inclusión a las personas con discapacidad. (Foto: Alberto Hernández)

Lo que verdaderamente genera problemas son las barreras a las que se enfrentan las personas que viven con discapacidad, explicó la periodista Katia D’Artigues durante su charla en la IBERO titulada Discapacidad, esa amplia minoría. Insistió en que “¡No es la persona, son las barreras!” Y se refirió a la definición de la Convención Internacional Sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad: la discapacidad es un concepto que evoluciona y que resulta de la interacción entre las personas con deficiencias y las barreras debidas a la actitud y al entorno que evitan su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con las demás. 

“Si no hay barrera, no hay discapacidad, por así decirlo”, dijo la también cofundadora de la asociación Comunicación para la Inclusión, que desde hace cuatro años tiene un portal llamado Yo también. “Son las barreras las que tenemos que quitar como sociedad, actitudinales y físicas”. 

La periodista señaló que venimos de un modelo de exclusión, donde las personas históricamente consideradas minoría estaban afuera. De ahí pasamos al modelo de la segregación, donde se les incluye pero de una manera marginal. Estamos atorados en el siguiente modelo, el de integración, explicó, cuando se les trata de incluir pero con programas especiales destinados únicamente a estas personas. 

Y así, señaló que el cuarto modelo, el de la inclusión, es en el que estamos trabajando como sociedad, “donde sin importar cómo sea la condición de la persona, todos tengamos el mismo acceso a los derechos, y estemos en el mismo lugar, y entremos por la misma puerta”.

 

Personas con discapacidad, la minoría más grande 

Según el censo 2022 del INEGI, en México hay 20 millones 838 mil 108 personas que viven con alguna discapacidad o limitación; son el 16.5% de la población, con lo que son la minoría más grande. Y Katia destacó que además es una minoría seccionada, pues hay mujeres, indígenas, personas LGBT+ y demás. 

Pero la discapacidad afecta la forma de vida de toda una familia. Así que habría que multiplicar esa cantidad por una familia base de cuatro personas, señaló la especialista, y entonces son 83 millones de personas las que viven con alguna discapacidad en la familia, además de que aumentan los gastos y se reducen los ingresos. 

Aún así, ella consideró que hay discapacidades que han sido invisibilizadas, como las psicosociales, que representan un reto de salud mental, y que abarcan los trastornos límite de la personalidad, bipolar u obsesivo compulsivo, por ejemplo. En este rubro entra la depresión, que es la principal causa de discapacidad en este país, y que está creciendo en el mundo. 

Señaló que algunos consideran la neurodivergencia (diversidad en el funcionamiento cerebral) como discapacidad y otros no, como el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) o el espectro autista. Lo ideal, consideró, es “respetar la autoadscripción: si una persona se considera o no se considera a sí misma como una persona con discapacidad”. 

Sin derechos ni necesidades “especiales”, sólo ajustes razonables 

D’Artigues explicó que necesitamos quitarle la carga negativa a la palabra discapacidad, por lo que no hay que reemplazar el término “persona con discapacidad” con palabras como “discapacitados”, ni “minusválidos” o “capacidades diferentes”. Tampoco debemos que decir que una persona “sufre de” una discapacidad, sino simplemente que vive con ella. 

En este sentido, destacó que estas personas no tienen “ni capacidades especiales, ni necesidades especiales, ni nada especial”, pero sí requieren de ajustes razonables para garantizar que sus derechos se cumplan. De acuerdo con la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, los ajustes razonables son todas las modificaciones y adaptaciones necesarias y adecuadas que no impongan una carga desproporcionada o indebida, cuando se requieran en un caso particular, para garantizar a las personas con discapacidad el goce o ejercicio, en igualdad de condiciones con las demás, de todos los derechos humanos y libertades fundamentales. 

Katia recordó que el artículo tercero constitucional dice, al abordar los criterios de la educación en México, que debe ser inclusiva, “al tomar en cuenta las diversas capacidades, circunstancias y necesidades de los educandos. Con base en el principio de accesibilidad se realizarán ajustes razonables y se implementarán medidas específicas con el objetivo de eliminar las barreras para el aprendizaje y la participación”.  

Y mencionó también que la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación dice en su artículo 9 fracción XXII que es discriminación “la denegación de ajustes razonables que garanticen, en igualdad de condiciones, el goce o ejercicio de los derechos de las personas con discapacidad”.  

¿Cómo tratar e incluir a una persona con discapacidad? 

La periodista, y también mamá de un joven con síndrome de Down, explicó que el primer paso para tratar con una persona con discapacidad es no tener miedo a no saber qué hacer y preguntar sin prejuicios ni estereotipos cómo podemos apoyarle, así como procurar dirigirse a la persona, no a su acompañante. Tampoco hay que dar por hecho que necesitan que hagamos cosas por ellos. En sí, sonreír y saludar normal. “Hay que voltear, hay que mirar, hay que acercarse”.    

En el caso de personas ciegas, recomendó describirse brevemente, así como tener en cuenta que los perros guía o de asistencia emocional están trabajando y no son mascotas. En el caso de una persona sorda, aconsejó preguntarle si sabe leer los labios, y entonces hablar un poco más despacio pero no gritando, siempre de frente, y asegurarse de tener contacto visual. 

Con una persona con discapacidad intelectual, recomendó mirarla a los ojos, simplificar el lenguaje, dar ejemplos de sí o no y darles espacio para que respondan, aunque apuntó que no todas las personas con discapacidad son iguales. Indicó que hay formatos accesibles para personas con discapacidad intelectual, como los de lectura fácil

Y sobre los lugares en los que nos desarrollamos, recordó que vale le pena preguntarse “¿Podría una persona con discapacidad estar aquí?” Y si no es así, buscar entonces lo que hay que cambiar para que así sea. 

Texto: Yazmín Mendoza. Fotos: Alberto Hernández 

Notas relacionadas:   

 

Las opiniones y puntos de vista vertidos en este comunicado son de exclusiva responsabilidad de quienes los emiten
y no representan necesariamente el pensamiento ni la línea editorial de la Universidad Iberoamericana.

Para mayor información sobre este comunicado llamar a los teléfonos: (55) 59 50 40 00, Ext. 7594, 7759
Comunicación Institucional de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México
Prol. Paseo de la Reforma 880, edificio F, 1er piso, Col. Lomas de Santa Fe, C.P. 01219