#ORGULLOIBERO: Ricardo Bucio y su cruzada por la juventud mexicana

Mié, 22 Feb 2017
  • FOTO: Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes
Egresado de la Licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Iberoamericana, Ricardo Antonio Bucio Mújica es el actual Secretario Ejecutivo del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes. Quien también fuera presidente del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación platicó con la revista C+IBERO, publicación quincenal de esta casa de estudios, acerca de su paso por las aulas, su misión de vida e incluso sus sueños por realizar.
 
Desde que egresó de la IBERO ha tenido una amplia trayectoria. ¿Cómo podría definirse esta en tres grandes etapas?
La primera sería aquella en la que conocí la realidad. Haber podido estar en contacto con población indígena, con grupos en comunidades marginadas, jóvenes privados de la libertad, adultos mayores, niños y niñas en casas cuna, personas con discapacidad intelectual en abandono, etcétera. Tuve experiencias de este tipo durante y después de la universidad. Creo que eso definió mi perspectiva de trabajo.
La segunda sería en la que trabajé desde la sociedad civil. Laboré varios años en organizaciones de distinto tipo, las cuales tenían la perspectiva de generar programas y proyectos que ayudaran a estas poblaciones e impulsaran su inclusión.
La tercera, que es en la que me encuentro, es la del trabajo con las herramientas de las instituciones públicas, a lo que me dedico desde hace 17 años. Creo que es la mejor manera que hoy encuentro para promover la inclusión de los grupos que han estado permanentemente desaventajados. 
 
¿En qué momento despertó su interés por los derechos humanos? ¿Fue alguna vivencia en especial?
Fueron varios, todos durante mi época universitaria. Pasé dos veranos en Chihuahua, uno de ellos en una comunidad tarahumara. También pasé más de un año trabajando en el Consejo Tutelar para Menores, y realicé trabajo para organizaciones que apoyan a personas con discapacidad y adultos mayores. Todo esto al mismo tiempo de mis estudios, por lo que creo que definieron claramente en qué podría utilizar las herramientas que me brindaba la IBERO.
 
¿Tiene algún recuerdo favorito de su paso por la IBERO?
Lo que vi afuera, a partir de estudiar en la IBERO. Creo que la Universidad fue un espacio para abrir ventanas, otras realidades, para descubrir situaciones y compromisos que no conocía. Como eje central mencionaría las características educativas de la Compañía de Jesús, ya que desde que las conocí emboné con ellas.
 
Durante seis años estuvo al frente del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación. ¿Cuál cree que fue su mayor aportación? 
Mi principal intención fue aportar la idea de que una sociedad que pone en el centro de sí misma sus necesidades más apremiantes, sus fragilidades, en vez de rechazarlas o marginarlas, tiende a ser más armónica, a tener un mayor desarrollo económico y humano. En el sentido contrario, cuando una sociedad se centra en los aspectos más fuertes del poder (político, económico o religioso), genera mecanismos de exclusión que hacen crecer la marginación hacia afuera, por lo que tenemos grupos que viven en las periferias geográficas y sociales, alejados del desarrollo económico, del bienestar, de la libertad de expresión.
Colaborar ahí me dejó múltiples experiencias, ya que fue un trabajo realmente interminable, ya que no dejaban de asombrarme tantas situaciones de discriminación, así como el hecho de que, aunque los mecanismos para buscar la igualdad están ahí, somos un país que se encuentra muy lejos de naciones que ya han dado muchos pasos en la materia.
 
En su actual cargo, ¿cuál es su principal preocupación?
Que las niños y niños, así como las y los adolescentes, cada uno con sus particularidades, no son un grupo ni social ni económica ni políticamente relevante para nuestro país. Aunque existan muchas acciones, programas y recursos, así como mucha sociedad civil que trabajan en pro de esta población, no tienen la relevancia suficiente para hacer que la niñez y la juventud dejen el lugar de desventaja sistemática que han tenido durante muchos siglos. Mi preocupación es cómo modificar esta mirada, pero también hacer que esto corresponda a nuevas políticas públicas y a un cambio en la legislación.
 
En lo profesional, ¿queda algún gran sueño por cumplir?
Tengo varios. Sin importar la prioridad, diría que ser gobernador de Chihuahua, cosa que no podré alcanzar porque ni soy nativo del estado ni vivo allá. Pero es una entidad que conozco bastante y en la cual creo que pueden pasar cosas extraordinarias. 
Un segundo sueño sería postularme nuevamente para presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). Creo que el sistema de derechos humanos en México adolece de vicios y omisiones que se han creado en los últimos años.
Y el tercer sueño, que suena difícil porque la entidad no existe, sería dirigir una Secretaría de Igualdad e Inclusión, que atendiera con una visión común y con perspectiva integral a los grupos de población según sus características (mujeres indígenas, personas con discapacidad, niños, niñas), para así superar esta política tan segmentada y parcial que realmente no da frutos para ninguno de ellos. 
 
JTGI
 
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