La educación misma debe ser un modelo para la democracia, por ello, los cambios necesarios en el sistema de enseñanza no deben decidirse autoritariamente sino en un debate público donde participe el gobierno, la empresa, la docencia y la sociedad civil toda.

Así lo señaló el Rector de la IBERO, David Fernández Dávalos, S. J., en la inauguración del foro de análisis El modelo educativo 2016, realizado en la Universidad Iberoamericana con la participación de expertos provenientesde más de una decena de casas de estudio e institutos de investigación.

El encuentro tuvo por objetivo criticar y debatir la coherencia, claridad y pertinencia de el modelo educativo que afecta a 26 millones de estudiantes de educación básica y millón y medio de profesores, señaló el doctor Javier Loredo, director del Departamento de Educación de la IBERO Ciudad de México.

Aunque la reforma educativa pretendía recuperar la rectoría por parte del Estado, esto es lo menos que se ha visto, señaló Ángel Díaz Barriga, colaborador del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE) de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Si bien el nuevo modelo educativo recomienda que las universidades establezcan unidades para realizar investigación sobre educación básica en el país, en verdad mantiene un discurso salinista (“ni los veo, ni los oigo”), ya que las observaciones de los expertos universitarios no son tomadas en cuenta, subrayó.

De acuerdo con el experto de la UNAM, el nuevo modelo “tiene una cara muy atractiva de pedagogías alternativas”, pero en verdad se trata de la imposición de una pedagogía eficientista.

Para Marisol Silva, directora del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación (Inide) de la IBERO Ciudad de México, además de no tomar en cuenta la investigación existente en el rubro, el modelo educativo 2016 tiene buenos deseos, sin embargo, repite declaratorias de viejos modelos y no plantea novedades reales de cómo se puedan poner en práctica. 

Por su parte, Juan Carlos Silas, experto del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), el modelo educativo es una especie de "capirotada conceptual" que junta conceptos sin ton ni son, aunque se trata de un documento optimista.

Sin embargo, el modelo es más parecido a una declaración de principios que señala qué es lo que le inspira, a dónde se pretende llegar, pero no menciona cómo lograrlo, dijo.

"No se puede proponer una modificación curricular que afecte a 30 millones de estudiantes sin saber lo que no ha funcionado antes", criticó.

JTGI/ICM